lunes, 26 de enero de 2015

Educando en valores: La Perseverancia



La perseverancia es un valor fundamental, ya que supone poner todos nuestros esfuerzos físicos y mentales en la consecución de objetivos hasta conseguir la meta que nos hemos propuesto, ya sea a nivel laboral, familiar, social o personal.

La ausencia de este valor puede desencadenar en personas que abandonan fácilmente sus objetivos, sin conseguir metas y generando, por lo tanto, altos niveles de frustración y pérdida de interés por las cosas.

Su desarrollo genera niñ@s con mejor autoestima, confianza en sí mismos y más maduros
emocionalmente. Así mismo, nos permite desarrollar la disciplina, el compromiso, el poder de decisión, nos permite enfrentarnos a las situaciones de manera postiva y a flexibilizar en situaciones límite sobreponiéndonos a ellas en diferentes momentos de la vida.

La perseverancia es un componente de éxito: si golpeamos en la puerta de alguien con la suficiente fuerza durante el tiempo suficiente acabará por escucharnos.

Podemos aprenderla a través de ejemplos de los padres y madres, los profesores y de gente de nuestro entorno que sea constante en la consecución de logros. Para aprenderla también será importante ejercitar nuestra fuerza de voluntad, la disciplina, la capacidad de mantenernos firmes y tener claro las metas que queremos alcanzar.

Tenemos un decálogo para desarrollar este valor tan importante:

  1. Todo lo que vale la pena, exige esfuerzo, disciplina y dedicación.
  2. Cambie la impaciencia por perseverancia y empeño.
  3. La paciencia fortalece la voluntad.
  4. Establecer un horario que sea flexible pero no lo cambie con cualquier excusa.
  5. Si algo supone esfuerzo es una buena razón para hacerlo AHORA.
  6. Atreverse con riesgos sin dejar de ser prudente. Superar el miedo al fracaso.
  7. Cuidar los pequeños detalles en nuestros espacios: orden y limpieza en nuestra casa, lugar de trabajo, cumplir un plazo, sonreír a alguien...
  8. Perseverar en tareas que se han comenzado hasta que se acaban.
  9. Autocontrol de las emociones negativas que aparecen. Dar refuerzo positivo cuando algo se consigue.
  10. Desarrollar la asertividad y la empatía.

Empezar empieza todo el mundo, sólo los triunfadores llegan al final



domingo, 18 de enero de 2015

AUTOCRITICA: ¿Te estás impidiendo a ti mism@ avanzar en tus problemas?


Uno de los aspectos fundamentales de la Autoestima es la AUTOCRITICA. La autocrítica es la capacidad de auto evaluarse y de ser sincerarse con uno mismo. Nos ayuda a ser conscientes de las fortalezas y debilidades que poseemos.
Usada de forma correcta, nos ayuda a mejorar como personas. Nos da una visión objetiva de quiénes somos y de qué aspectos podemos intentar mejorar. Sin embargo, un mal uso de esta herramienta nos impide avanzar, generando en la propia persona inseguridad, decepción, culpa y/o angustia, propiciando de esta manera una baja autoestima.
Es importante comprender que, constantemente, nos calificamos a nosotros mismos y alimentamos una autopercepción (ya sea de una forma positiva o negativa), conforme vamos enfrentándonos a distintas situaciones diariamente.
Generamos de esta manera una autoimagen o autoconcepto sobre nosotros mismos bastante estable. Hemos de tener en cuenta que terminamos creyendo lo que nos decimos, predisponiendo de esta forma nuestra conducta, nuestra percepción de las situaciones y nuestras acciones. Si constantemente nos decimos que no vamos a llegar a ningún lado y que no valemos, nuestra predisposición a actuar en situaciones concretas será mucho peor, y las afrontaremos con mucha inseguridad.
Una persona se predispone a cambiar la forma en que se habla a sí mismo cuando es consciente de las cosas que llega a decirse y del daño que se está haciendo con ello. Pararse a pensar qué nos decimos, es fundamental para poder poner solución. Generalmente, realizar un análisis de los pensamientos negativos suele ser el primer comienzo:

“Presta atención a los pensamientos que tienes habitualmente en tu cabeza. Haciendo un análisis global, ¿Tienden a ser más positivos o negativos? Haz un listado durante unos días de los pensamientos más negativos.

Una vez hecho el listado, pronuncia esos pensamientos en voz alta, como si estuvieras hablando con alguien. Imagina que tu le dijeras a alguien diariamente todo lo que tú te dices a ti mism@. ¿Crees que serías capaz de decirle a otra persona todo lo que te dices a ti? ¿Cómo crees que reaccionaria si se lo dijeras?

En muchas ocasiones cuando estamos intentando superar un problema no somos capaces de valorar objetivamente. Sin embargo, con esta técnica, salimos de nuestro yo e intentamos dar consejo a una persona que pasa por nuestra misma situación.

La pregunta más importante para hacerse es la siguiente: si le dijéramos todo eso a otra persona, ¿sería beneficioso para ella? ¿Le ayudaría a solucionar el problema?

Si la respuesta es NO, plantéate tu situación. Si sigues diciéndote esas cosas, con la misma lógica con la que a otra persona no le ayudaría, a ti, seguramente, tampoco lo terminará haciendo.

Los efectos de rebajar los niveles de autocrítica son muy claros. Si empiezas a cambiar poco a poco tu mentalidad y la forma en la que dialogas con tu ser interior de forma mental, la forma de interpretar tu mundo puede llegar a cambiar bastante, mejorando de esta forma tu capacidad de afrontar los problemas, tu seguridad, tu sensación de control en tu vida…


Llegados a este punto, es hora de plantearse un cambio real de estrategia para afrontar los problemas. Con un cambio de pensamientos, actitud y por consiguiente con una autoestima mucho más positiva, las probabilidades de encontrarte fuerte, segur@ y preparad@ para enfrentarte a tus problemas serán mucho mayores. 

lunes, 12 de enero de 2015

Educando en valores: La paciencia


Much@s de nosotr@s nos hemos desesperado al ver a niñ@s que no aceptan que se les diga que tienen que esperar para tener algo o para ir a algún sitio concreto. Vemos como se desesperan y lo pasan mal ell@s y lo hacen pasar mal a sus progenitores.

La paciencia es un valor que, como los demás, se aprende a lo largo del crecimiento, y para aprenderlo hace falta que los progenitores tengan PACIENCIA.

Primero, hay que tener en cuenta que l@s niñ@s son impacientes por naturaleza ya que viven en su pequeño mundo donde no existe el concepto tiempo, de ahí que no les sirva la frase de "espera 5 minutos" o "espera un rato". Para ell@s eso es un concepto abstracto que no van a entender.

Por otra parte, los niñ@s, sobre todo en las primeras etapas de la vida, son egocéntricos, es decir, todo se centra en torno a sus necesidades, y hay que enseñarles poco a poco a descentralizar esa atención para vivir en convivencia.

La paciencia es uno de los valores que más cuesta de aprender y exige un esfuerzo por parte de los padres y una serie de pautas.

Cómo puedo enseñar la paciencia

El grado de madurez del niñ@ es importante pero desde las primeras etapas ya puedo ir inculcando este valor.

  1. Modelo de los padres y madres: Los progenitores son los principales modelos de sus hijos. La postura que adopten con respecto a situaciones que requieran esperar (guardar cola en una tienda o en un cine) será observada y aprendida por sus hij@s. 
  2. Con paciencia: Los niñ@s va a intentar ponernos a pruba en diferentes situaciones utilizando las rabietas para conseguir lo que quieren. Es importante, ya que actuamos como modelos, actuar con calma en estas situaciones y que nos vean que no la perdemos. Después hay que explicar y razonar la situación.
  3. Demorar: Una forma de ir inculcando la paciencia en nuestros hij@s es no acudir inmediatamente ante cualquier llamada por su parte. Siempre que se pueda (queno sea una urgencia) demorar un poco la respuesta para que aprenda a esperar.
  4. Interrupciones: Si interrumpe cuando estamos hablando no gritarle inmediatamente. Acabar de hablar y después, sin gritar, explicarle por qué no se debe interrumpir a una persona cuando habla. Del mismo modo, cuando él/ella habla escucharle con atención y sin interrumpir.
  5. Tiempos: Como hemos visto, los niñ@s no tienen un concepto claro del tiempo en sus primeros años. Utilizar ejemplos concretos para que sepan cuando tienen que hacer algo: "cuando recojas tus juguetes", "cuando te acabes la comida jugarás". Cuando ya son más mayores y tienen concepción del tiempo se puede anunciar las actividades con un par de días de antelación.
  6. Juegos: Ciertos juegos educativos fomentan la paciencia: puzzles, laberintos, acertijos, cocinar... El hacer estas actividades con ell@s no solo fortalece los vínculos y nos permite compartir tiempo, sino que nos ayuda a enseñarles a realizar una actividad de forma tranquila y hasta el final.
  7. Cumplir las promesas: Si le hemos prometido que vamos a jugar con el/ella en un plazo, cumplirlo, y si no se puede explicarle las razones para que no haya incongruencias y entre en conflicto.