lunes, 27 de octubre de 2014

Creo que mi hijo tiene pesadillas, ¿Qué hago?

Lo primero que debemos hacer cuando nos planteamos ayudar a nuestro hijo, es asegurarnos sobre qué es realmente lo que le está pasando. Diferenciar entre pesadillas y terrores nocturnos es fundamental.

¿Cómo se si es una pesadilla o un terror nocturno?
PESADILLAS
TERRORES NOCTURNOS
El niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido del sueño.
A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará nada.
Los contenidos del sueño recordados son muy elaborados.
Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Al despertarse: sensación de miedo y ansiedad asociadas al recuerdo de las imágenes.
Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación autonómica.
Suelen darse en la segunda mitad de la noche.
Se dan en la primera mitad de la noche.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. La aparición de alguna palabra o grito indica el final de la pesadilla.
Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular.
Tarda mucho en dormirse de nuevo (Sigue teniendo miedo porque lo recuerda todo)
Tarda poco en dormirse de nuevo (No recuerda nada)

Una vez que sepamos que tipo de trastorno está sufriendo nuestro pequeño, podemos tomar las siguientes decisiones:

Mi hijo tiene pesadillas, ¿Cómo puedo actuar para ayudarle?

- Abrázalo y dale tu cariño. Demuéstrale que le escuchas, pero no le hagas demasiadas preguntas sobre la pesadilla que acaba de tener.

- Infórmale: ha tenido una pesadilla pero ya ha pasado todo. Muestra un tono suave, sin excesiva preocupación. Se trata de que interprete que no es nada raro y que tú entiendes que está pasando.

- Si se encuentra muy asustado, deja alguna luz pequeña o piloto para que se tranquilice. En casos extremos, puedes quedarte un poco con él, pero ten en cuenta que si lo haces de forma habitual, puede generar un mal hábito y llegar el momento en que no pueda dormirse si tú no estás.

-Al día siguiente:

- Habla con él sobre la pesadilla, siempre es bueno averiguar si hay algo concreto que le preocupa. Si ves que las pesadillas son habituales, fíjate si su comportamiento ha cambiado y pregúntale por esos cambios concretos.

- Explícale que las pesadillas son algo normal, y que se van con el tiempo, no hay nada raro ni malo.

- Si ves que tu hijo no quiere hablar sobre las pesadillas, inventa un juego en el que, por medio de dibujos, pueda demostrar sus miedos concretos. Muchas veces es más fácil dibujar que expresar realmente lo que siente, sobretodo en niños muy pequeños.

Mi hijo no tiene pesadillas sino terrores nocturnos, ¿Qué tengo que hacer entonces?

 -Si ves que tu hijo se despierta con terrores, no enciendas las luces o hagas ruidos de forma rápida, podrías asustarlo aún más, ten en cuenta que no recordará que ha pasado.

  - Ayúdalo y dale tu consuelo, piensa que no entiende por qué está así, y su estado de ansiedad será muy alto.

  - Muéstrale seguridad a la hora de expresarte, debe sentirse protegido en esos momentos. No dejes que sienta tus nervios. Explica que ha sido un sueño muy pesado, pero que todo va bien, no hay de que preocuparse.

  - Quédate hasta que su activación disminuya notablemente. Presta mucha atención a su respiración.

  - Si ves que está sufriendo el terror nocturno, NUNCA lo despiertes. Espera a que siga su curso y vigila que no se caiga de la cama o sufra cualquier daño. Espera siempre a que sea él mismo quien se despierte.

  - Cuando se encuentre tranquilo déjalo en su cama, no lo lleves a la tuya, de no ser así existe el riesgo de que se convierta en un hábito y que crea que no es capaz de superarlo el solo, generando ansiedad e inseguridad en si mismo.

  *Al día siguiente, ten en cuenta de que no será consciente de lo que pasó por la noche, por lo que hablar con él de lo sucedido es complicado.


Si llega un momento en que observamos que estos trastornos llegan a afectar al rendimiento o descanso general de nuestro hijo de forma constante y le impiden desarrollar sus actividades del día a día de forma normal, es recomendable acudir a un profesional.

lunes, 13 de octubre de 2014

¿Qué me ofrece el Centro de Elba Psicólogas?







La importancia de saber aceptar una crítica

¿SABEMOS ACEPTAR LAS CRÍTICAS?



La mayor parte de nosotros responde de forma negativa a las críticas, porque las consideramos ataques personales y respondemos o bien con otro ataque o de forma defensiva.
Para empezar hay una cosa que tenemos que tener clara: las críticas son inevitables. Aunque nos esforcemos en hacer las cosas bien y en llevarnos bien con demás, siempre habrá alguien que nos critique, unas veces con razón y otras sin ella.
Ser capaces de responder de forma adecuada a las críticas, sin sentirnos excesivamente alterados por ello y sin que nuestra autoestima está dañada, es responder de una forma asertiva a las mismas, y ello nos va a proporcionar una serie de beneficios.

Beneficios de ser asertivo ante las críticas
-  La persona que nos critica suele querer que le prestemos atención y que tengamos en cuenta sus pensamientos y emociones. Si reaccionamos mal estará frustrada y se enfadará (o lo estará más de lo que estaba).
-  Responder mal a las críticas suele hacer que los conflictos empeoren y que nos distanciemos más de la persona, nos perdamos el respeto o nos lleguemos a odiar. Responder de forma adecuada a la crítica evitará todo esto.
-  Siempre hay algo de la información de la crítica que nos dará pistas sobre cuáles son nuestros fallos o qué aspecto podemos mejorar de nosotros mismos. Si nos negamos a escuchar críticas perderemos parte de una información útil que puede contener.
-  Si respondemos asertivamente a las críticas, daremos una buena imagen, tendremos sensación de control y predispondremos al crítico a nuestro favor en cuanto a la actitud, nos respetará.

¿Cómo respondo de forma asertiva a una crítica?

-  Pensar de forma asertiva:
o  Cambiar exigencias por preferencias: aunque preferimos que las cosas salgan bien y obtener el apoyo de los demás, no es una necesidad, por lo que no podemos exigirlo.
o  Aceptar que tenemos derecho a equivocarnos. Todo el mundo mete la pata en algún momento.
o  Librarnos de la necesidad de la aprobación: se fiel a ti mismo.
o  Considera que una crítica es un regalo: proporcionan información útil, aunque sean destructivas.

-  Pedir detalles para entender el punto de vista del otro: Si hay un intercambio de información entenderemos mejor el punto de vista de la otra persona, y ésta entenderá mejor nuestro comportamiento y forma de pensar.

-  Mostrarte de acuerdo en lo posible; en última instancia, al derecho del crítico a verlo a su forma: Aunque no haya ningún punto de entendimiento cada uno tiene derecho a ver las cosas a su manera.

-  Explica tu posición:
o  Disco rayado: mantén tu postura sin subir el tono hasta que sea entendida o se canse. Esto es muy útil ante personas que se comunican de forma agresiva y tienden a no escuchar.
o  Ignorando la crítica: oídos sordos. No atender a las críticas que son dañinas y buscan la descalificación, y buscar otro momento para comunicarse si es posible. “Dos no se pelean si uno no quiere”

domingo, 12 de octubre de 2014

Prepárate y prepara a tu hijo para la adolescencia

Es muy común escuchar a muchos adolescentes decir que “no le dejan ser él mismo”, “le siguen tratando como a un niño” y “nadie le entiende”. Son tres aspectos básicos que nos dan una idea de que sienten y/o necesitan. Por ello, el hecho de permitirle “ganarse su independencia” es quizás uno de los temas más importantes, y a la vez, de los más comprometidos.

Llegados a esta edad, los adolescentes se ven mayores y creen “valerse por sí mismos”, mientras que muchos padres aún ven a sus hijos “como unos niños a los que hay que cuidar y proteger”, y esta la fuente principal de todos los problemas. ¿Hasta dónde puede llegar? ¿Cómo de mayor es para hacer ciertas cosas? ¿Cuánta responsabilidad puede asumir?, Si le dejo, ¿soy mal padre/madre?, si no le dejo ¿soy demasiado sobreprotector/a? Preguntas que, sin duda, llevan a los padres a sentir miedo e inseguridad, por no saber cómo afrontar esta nueva etapa.

La autonomía e independencia del adolescente es cada vez mayor, y sus referentes van aumentando, ya no solo está su familia, también entran en juego amigos, profesores… y ello conduce a una menor sensación de control por parte de los padres.  Poco a poco, debemos ir concediéndoles más espacio, siempre haciendo hincapié en que esta mayor independencia, va unida a una mayor responsabilidad de sus actos, intentando concienciarles de que la “libertad” que tanto ansían, se la tienen que ganar ellos mismos, gradualmente.

En estas edades, un entorno seguro pare ellos es fundamental, sobre todo a nivel emocional, por lo debemos de intentar conseguir que ese espacio sea nuestro hogar.  Hay que tener en cuenta que un ambiente familiar relajado, donde las expresiones de afecto son constantes y existen unos límites bien establecidos, favorecerá una actitud más conciliadora. Cuanto mejor sea el ambiente, las ganas del adolescente por interactuar con la familia serán mayores, favoreciendo a su vez esa confianza y respeto mutuo que resulta tan fácil perder en esta transición, y que favorecerán una mayor comunicación con el adolescente en muchos momentos. Si bien es cierto que la tendencia es a confiar todos los problemas que surjan a su grupo de iguales, siempre es bueno que tenga presente que puede tratar esos mismos temas también con su núcleo familiar, entendiéndolo como el pilar básico de su desarrollo social, emocional y personal.

La habilidad para hablar abiertamente sobre sus problemas es uno de los aspectos más importantes en la relación familiar, por lo que ésta debe favorecerse desde edades muy tempranas, aprovechando para pasar el mayor tiempo que nos resulte posible con nuestros hijos (contando historias a la hora de dormir, jugando, leyéndoles cuentos, haciendo excursiones…) fomentando así una base de confianza mucho más sólida, que dará lugar en un futuro a una mejor relación y mayor confianza por parte del adolescente.

Esta etapa no es fácil para nadie: los adolescentes se sienten incomprendidos, y sus padres, sienten que “todo va demasiado deprisa”, por eso debemos de fomentar los valores y actitudes desde bien pequeños, para que los vayan interiorizando y, de alguna manera, favorezcan esta transición desde el cariño, la tolerancia, la confianza y el respeto.

La importancia de decir las cosas bien

La asertividad es una parte esencial de las habilidades sociales que implica saber expresar lo que pensamos y sentimos de forma adecuada, y saber responder adecuadamente a lo que dicen los demás.

La asertividad, como un... estilo comunicativo, se sitúa en el espacio intermedio entre otros dos estilos que marcan dos polos: el estilo pasivo y el estilo agresivo. Cada uno de ellos tiene una serie de características e implica una forma de comunicarse:

- Estilo agresivo: son personas que dicen las cosas imponiéndose a los demás “Harías mejor en…”, utilizan la mirada fija para intimidar, un tono de voz elevado, postura intimidatoria y gestos amenazantes. Los efectos de este estilo son: conflictos interpersonales, culpa, frustración, sensación de pérdida de control, enfado y tiene más probabilidad de caer en adicciones.

- Estilo pasivo: son personas que no suelen decir lo que piensan o lo dicen utilizando expresiones como “quizás, supongo, a lo mejor…”, utilizan la mirada baja, tono de voz bajito, vacilaciones, postura hundida y tienden a evitar las situaciones. Los efectos de este estilo son: conflictos interpersonales, depresión, desamparo, pobre autoimagen, soledad y son más proclives a caer en adicciones.

- Estilo asertivo: son personas que saben expresar de forma adecuada a cada situación lo que piensan y siente en ese momento. Utilizan expresiones como “pienso, siento, quiero, hagamos…”, con contacto ocular directo pero no intimidatorio, tono de voz convencional, postura erecta, habla fluida y verbalizaciones positivas. Los efectos de este estilo son: resuelve problemas, se siente a gusto consigo mismo y con los demás, se siente satisfecho, siente que tiene control, le gusta a sí mismo y a los demás.

La asertividad es algo que se adquiere y hay muchas técnicas para hacerlo. Un ejemplo de conducta asertiva sería: un compañero de trabajo llega siempre tarde y tenemos que asumir parte de sus tareas a diario:

- Pasivo: no digo nada y continúo asumiendo sus tareas generándome frustración y enfado, y sintiéndome explotado.

- Agresivo: le diría “!eres un sinvergüenza y estoy hart@ de tener que hacer siempre tus tareas. Me tienes hasta la narices!

- Asertivo: el hecho de que llegues siempre tarde hace que tenga que ocuparme de tus tareas y hace que me retrase con las mías haciéndome sentir mal. Te pediría que fueses más puntual.

¿Tiene mi hijo adicción a los Videojuegos?

En la época actual, la aparición y progresivo uso de las nuevas tecnologías: Móviles, ordenadores, videojuegos, internet, etc... Han generado una nueva preocupación en los padres: la adicción a las nuevas tecnologías.

Debemos tener en cuenta cuales pueden ser los motivos por los cuales nuestro/a hijo/a puede llegar a utilizar las nuevas tecnologías como un refugio, no como una distracción o un mero entretenimiento, llegando a crear una adicción. La no aceptación de la propia imagen, una baja autoestima, la inseguridad creciente, las malas relaciones con compañeros, familiares… pueden impulsar al menor a centrarse en el juego, evadiéndose de la realidad que le rodea.

Una duda que se plantea es ¿Cuándo considero que mi hijo tiene una verdadera adicción al juego?

Por norma general, se entiende que existe una patología cuando el menor reduce progresivamente sus motivaciones y obligaciones, limitando su tiempo a la conducta concreta del juego. La conducta termina por acaparar todo el tiempo, impidiendo desarrollar sus habilidades y relaciones sociales, provocando el temido fracaso escolar y, en ocasiones, mostrando signos de agresividad considerables, por no poder realizar la conducta que “necesitan” para sentirse bien.
Existen algunas pautas básicas que pueden ayudarnos a lidiar con el problema, siempre que éste no tenga ya un elevado grado de adicción. En ese caso, lo mejor es acudir a un profesional. Algunas de las cosas que podemos hacer son:
  • No utilizar los dispositivos de forma constante para entretener al menor: el hecho de utilizarlo puede llevar al menor a entender que cuando molesta o crea una situación incómoda para los padres, éstos le darán “el premio” que espera.
  • Limitar el uso de la videoconsola: No se trata de prohibir su uso, sino de compaginarlo con otros tipos de entretenimiento. Lo recomendable es un uso máximo de dos horas al día. Es aconsejable acordar, por medio de un horario, las horas programadas para esa actividad y mantenerlas.
  • Alternativas en casa: es importante enseñarles que si los menores no pueden salir de casa, sobretodo en invierno, dibujar, pintar, jugar a juegos de mesa en familia, etc.. también pueden ser divertidos y motivadores.
  • Alternativas al aire libre: Cuando el buen tiempo llega, podemos aprovechar para hacer cosas con nuestros hijos que les obliguen a salir de casa y olvidarse de la videoconsola. En el caso de los adolescentes, resulta mucho más complicado, pero debemos encontrar actividades que le agraden y puedan llegar a interesarle.
  • Jugar con ellos: Sobretodo para el caso de los menores más pequeños, el poder disfrutar de la compañía de sus familiares es uno de los regalos más grandes que puede tener, por ello, siempre que sea posible, podemos inventar actividades que nos acerquen mas a nuestros hijos, centrándolas en sus gustos e intereses personales.
  • Fomenta sus relaciones sociales: siempre que nos resulte viable, lo mas propicio es rodear al menor de un entorno en el que pueda jugar y divertirse con niños de su edad. Las actividades extraescolares suelen ser un buen modo de hacerlo.
Obviamente, el uso de las nuevas tecnologías ha derivado en un mundo nuevo al que debemos adaptarnos y el cual debemos vigilar. Sin embargo, el uso de éstas resulta muy recomendable para ciertas situaciones concretas en las que resulta realmente beneficioso para el desarrollo de los menores, y que debemos de aprovechar: favorece la adquisición de habilidades como la constancia y el esfuerzo en conseguir los retos que nos proponemos (objetivo del juego), aumenta la tolerancia al fracaso (la mayoría de las veces, se pierde en el juego), estimula capacidades básicas necesarias (memoria, coordinación, creatividad…), aumenta la autoestima del jugador (se consiguen metas impuestas por uno mismo, habiendo fracasado en momentos concretos, pero habiéndolos superado) y proporcionan entretenimiento y diversión, entre otras.

El uso de los videojuegos puede aportar a nuestros hijos muchos aspectos beneficiosos de cara a su formación y desarrollo, pero siempre desde un punto de vista responsable y sin excesos.

Efectos del desempleo: sus síntomas y cómo combatirlos

Por desgracia, en la actualidad, en muchos hogares la situación de desempleo de alguno o varios miembros del núcleo familiar está presente. En gran parte de los casos, el fenómeno del “desempleado” sigue el mismo transcurso de las etapas por las que un individuo pasa hasta que asume, realmente, su condición.

En un primer momento, la noticia de un despido o un cierre inminente de la empresa donde trabajan genera sorpresa y nerviosismo, incluso en ocasiones, se agradece… “¿Qué hago ahora? ¿Dónde busco trabajo?, Con lo mal que estaba, me han hecho un favor…” , para, seguidamente, pasar a la etapa de “liberación” en la que el sentimiento de “estar de vacaciones” prima sobre la preocupación de un futuro incierto y, cuanto menos, desconcertante…Pasado un tiempo prudencial, la situación empieza a ser algo más molesta de lo habitual y comienza “la búsqueda de empleo activa”, esa en la que empiezan los problemas; se echan currículums, se esperan las llamadas para concertar la entrevista, a veces llegan, a veces no, pero si en un número sucesivo de intentos, todos fracasan, es ahí cuando empieza el problema, es ahí cuando comienzan los sentimientos de fracaso personal y social, la irritabilidad, la rabia, la desesperanza y el sentimiento de “inutilidad” para ofrecer algo a la sociedad actual.

A pesar de ser conscientes de la situación de desempleo general y de la dificultad de acceder a un puesto de trabajo, el sentimiento, pasado un tiempo, empieza a surgir en muchas personas. Esto, unido a la necesidad de mantener un núcleo familiar, pagar una hipoteca o algún préstamo pendiente, ponen al sujeto en una tesitura muy complicada. Las relaciones con los miembros de su familia o amigos pueden empeorar debido al estado de irritación que la persona experimenta, interpretando por ello, que TODO va mal. El mensaje psicológico que se genera finalmente es que “Todo va cada vez peor y ya no se, ni puedo hacer nada para mejorar la situación”, llegando a entender que “nada depende de lo que yo haga”. 

Por ello, debemos tener en cuenta que una persona que lleva un largo periodo de tiempo sintiendo tal indefensión antes las cosas que pasan a su alrededor, puede terminar sufriendo una depresión u otros trastornos del estado de ánimo puesto que, aunque en muchos momentos se entiende el trabajo como uno de los mayores problemas que se presentan en el día a día, la ausencia del mismo hace que el sujeto se dé cuenta de los beneficios que aporta el hecho de tener un trabajo estable: rutina diaria establecida, relaciones sociales, realización personal, sentimiento de integración en un grupo social, sentimiento de “utilidad” y actividad…

¿Qué podemos hacer para mejorar la situación?

Ante una misma situación, no todas las personas reaccionan de la misma manera, es por ello que debemos enfrentar la situación de desempleo de la mejor manera posible, puesto que es real, y es un hecho que puede convivir con nosotros por varios periodos de tiempo:
-Mantén el control de tu vida: Busca actividades y situaciones en la que sientas que tú “controlas la situación”. Las personas que sienten que siguen controlando sus vidas, son más capaces de superar las emociones negativas porque sienten que sí que depende de ellos el hecho de cambiar la situación que viven.
-Se realista: analiza cada una de las situaciones con las que puedes encontrarte y que pueden hacerte sentir mal, se consciente de la situación real, teniendo en cuenta que no hay que generalizar o dramatizar, puede que no pase, pero si pasa, estarás preparado para enfrentarte a ello.
-Planifica los gastos: Si ves que la situación se alarga y pueden empezar a surgir los problemas, detalla semanal o mensualmente tus gastos en función de los ingresos totales que tienes, para distribuirlos el máximo tiempo posible. Deja siempre un margen, aunque pequeño, para algún capricho, sentir que aun puedes disfrutar de momentos agradables mejorará tu percepción de la situación.
-Crea tu propia rutina: organiza tu día a día y oblígate a mantenerte ocupado durante el tiempo que ocupaba anteriormente tu jornada laboral, incluyendo tiempo para búsqueda de empleo, relación con amigos y familiares, hábitos saludables, actividades caseras… el objetivo principal es sentirte útil y activo.
-Toma conciencia de qué puede pasar: si conoces los síntomas o riesgos generales por los que puedes estar en la situación de desempleo te resultará más fácil enfrentarte a ellos si llegan a surgir.

Hablar con amigos o familiares sobre la situación que vives y como te sientes, esto puede ayudar a canalizar tus sentimientos, y aprovecha esta situación de desahogo y tranquilidad para retomar la actividad y la búsqueda de soluciones a tu situación.

La situación psicológica de un desempleado de larga duración siempre es complicada y frustrante, por ello debemos estar lo más preparados posible para enfrentarnos a ella.

Si los síntomas cada vez se agravan más y valoramos que no somos capaces de sobrellevar esa carga, siempre es recomendable consultar con un profesional; Mientras tanto, debemos poner todo de nuestra parte para resurgir con más fuerza y encontrar la solución que nos permita recuperar el rumbo de nuestras vidas.

sábado, 11 de octubre de 2014

Las nuevas tecnologías ¿Qué implicaciones tienen en nuestra familia?

Hoy en día, los ordenadores, móviles, tabletas y demás dispositivos tecnológicos, son cada vez más comunes en nuestros hogares, llegando a tener uno por persona en muchas ocasiones. ¿Somos conscientes de cómo enfrentarnos a esta situación?
Para empezar a analizar esta situación, debemos tener en cuenta algo importante. Hace algunos años “la culpable” de la separación familiar era la televisión, y antes de esta, los libros. Actualmente, el caos se genera por las nuevas tecnologías. Todas ellas, de alguna manera, se han interpuesto en las relaciones familiares.
Esto debe llevarnos a pensar que “siempre ha habido algo” que nos ha impedido las relaciones de comunicación en familia, sin embargo, muchas familias tienen todos estos aparatos y sus relaciones son envidiables, con lo cual, no es en sí la tecnología la que genera barreras de comunicación sino más bien el uso que hacemos de ella, los límites que los adultos impongan por medio de horarios o situaciones concretas en los que poder utilizarlos, o del cuidado que se tenga a la hora de determinar espacios concretos para su uso y disfrute.
Algo que si que resulta evidente es que en muchas familias donde existen problemas de comunicación, el uso de las nuevas tecnologías puede ser la excusa perfecta para evadirnos de la situación que no queremos asumir, siendo finalmente su uso la consecuencia de un problema y no exclusivamente su causa. Es importante valorar si resulta ser la consecuencia o la causa del problema familiar concreto.
Tener un tiempo en el que cada miembro de la familia use la tecnología de un modo seguro y responsable no debe ser motivo de preocupación, porque el hecho concreto no indica que no vayan a existir otros momentos en los que el vínculo y la conexión familiar se lleven a cabo. El desafío real consiste en encontrar cual es el equilibrio correcto en el uso de esta tecnología.
Llegados a este punto, muchos padres y madres se plantean: ¿Qué puedo hacer para mejorar las relaciones con mis hijos y evitar que las nuevas tecnologías nos separen? Existen varias propuestas que funcionan y reducen en gran medida los problemas que se pueden generar:
  • No te intimides por el uso de la tecnología: aprende junto a tus hijos, deja que ellos te enseñen y utiliza este espacio para reforzar tu vínculo con ellos. Les gusta sentir que les necesitas, que pueden enseñarte algo, esto favorece su autonomía y reafirma su confianza.
  • Pasa tiempo con ellos mientras ven programas de televisión: conocer sus gustos, sus inquietudes, sus singularidades… todo ello te ayudará a entablar conversaciones que en otros momentos pueden ser necesarias para fomentar la comunicación.
  • Realiza un horario firme y claro para el uso de la tecnología: pon límites claros desde el principio. Los límites son necesarios para diferenciar que momentos son para uno mismo y cuales para disfrutar en familia.
  • Demuéstrales que son importantes para ti: aprende sus juegos e interacciona con ellos. Siempre que ellos hayan elegido algo que hacer en lo que se divierten, a ti te resultará más fácil pedir cosas que para ti sean necesarias. Todos cedéis, todos disfrutáis.
  • Genera espacios de relación familiar: Si hay tiempo para las nuevas tecnologías, también puede existir un espacio en el que toda la familia juegue e interaccione a otro nivel. Se trata de que ellos te enseñen sus juegos y tu te impliques y tu les enseñes los tuyos. Disfrutareis de variedad de momentos divertidos y os ayudará a conoceros mutuamente.
Nos guste o no, la tecnología forma parte de nuestra vida, por lo que evitarla y/o prohibirla no tiene sentido. Debemos encontrar el punto exacto para poder beneficiarnos de todas las posibilidades que nos ofrece y evitar que termine perjudicándonos.
No se puede decir que el uso de la tecnología es bueno o malo, simplemente podemos afirmar que es beneficioso dentro de unos límites claros y de su uso responsable.

Mi hij@ tiene TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE ¿Y ahora que hago?

¿Qué es el TND?

Se entiende como un patrón recurrente de conductas negativas, desafiantes, desobedientes y hostiles dirigido a figuras de autoridad.

¿Qué tipo de comportamientos pueden aparecer?



  • Con frecuencia se encoleriza o tiene pataletas
  • Desafía o se niega a cumplir órdenes o instrucciones que provienen de los adultos
  • Molesta intencionadamente a otras personas
  • Suele culpar a los demás de sus errores
  • Suele estar enfadado o resentido
  • Fácilmente se siente molestado por los demás
  • Suele ser rencoroso y vengativo

¿Qué puedo hacer? ¿Cómo debo actuar?



  • Siempre que apliques una consecuencia hazlo de forma inmediata a la conducta que la ha provocado. No esperes a que haya pasado tiempo.
  • Si realiza una buena conducta aplica el refuerzo inmediatamente después de la conducta positiva.
  • Establecer unas consecuencias concretas y claras favorecerá el control de la situación.
  • Los límites deben ser concretos y con consecuencias directas.
  • Las consecuencias a las conductas deben ser proporcionales a la conducta realizada. El establecerlas de antemano impedirá que nos dejemos llevar por el estado anímico.
  • Una vez establecidos los límites y las consecuencias, se debe aplicar de forma constante cada vez que se dé. Ello favorecerá la estabilidad y la coherencia.
  • Todos los miembros encargados de establecer de los límites deben aplicarlos de la misma forma y con las mismas consecuencias.
  • Es adecuado anticiparse a las conductas que sabemos que generan malestar e intentar prevenirlas. En caso de que no se pueda, aplicar la consecuencia establecida.
  • No hay que olvidarse del aprendizaje observacional: somos el modelo a seguir de nuestros hijos con lo cual tu forma de actuar es fundamental. No podemos pedirles cosas que nosotros no somos capaces de hacer.
  • Cambiar la CULPA por RESPONSABILIDAD a la hora de realizar conductas.

Estos son pautas generales que sirven de orientación para manejar diferentes situaciones. No se deben tomar como un tratamiento específico del trastorno.

¿Qué es un Psicólogo? ¿Cómo sé si necesito acudir?

¿Qué es un Psicólogo?
Un psicólogo es un profesional de la psicología. La psicología es la ciencia que estudia la conducta humana en todas las etapas evolutivas y que trabaja diversas cuestiones generales: aprendizaje, procesos mentales, comportamientos, emociones… tanto en su desarrollo normalizado como en sus diferentes trastornos.

Es por ello que el psicólogo trata de comprender la conducta de cada individuo según sus circunstancias personales y el ambiente concreto que le rodea, haciendo uso de técnicas como la entrevista personal, la observación, el registro de conductas o pase de pruebas, entre otras.

El psicólogo proporciona a la persona que acude a consulta una serie de habilidades, estrategias, recursos y técnicas que ayudan a resolver los problemas que puedan haber surgido o paliar carencias, entrenándonos para afrontar de manera exitosa situaciones presentes y futuras a las que podemos tener que enfrentarnos en algún momento, favoreciendo de este modo la prevención de recaídas y el mantenimiento de las conductas adquiridas durante el tratamiento a lo largo del tiempo.

En terapia, el psicólogo tratará de modificar solo aquella parte de nosotros que nos hace daño, por lo que se centrará en que aprendamos conductas nuevas más saludables para manejar situaciones que resulten difíciles de afrontar.

¿Cómo sé cuando debo ir al psicólogo?                                                                                                     

Cuándo se debe ir al psicólogo es una pregunta que todos podemos llegar a hacernos en un momento dado. El momento exacto no se puede calcular, depende de cada persona y es totalmente subjetivo.
Un error muy común es esperar a que la situación llegue al límite para acudir a consulta, porque nos decimos a nosotros mismos que “podemos con todo”, “que saldremos de esta”, y “que el tiempo lo cura todo”, pero es importante ser conscientes de que no hace falta una situación extrema para hacerlo y que no siempre estos pensamientos son suficientes.

El momento es aquel en el que sintamos, entre otros, y siempre diferenciando un hecho puntual que atravesemos de una situación que se mantiene a lo largo de unos meses, alguno de estos síntomas:

   -Vemos que no somos capaces de enfrentarnos a ciertas situaciones porque nos sobrepasan
   -Nuestros pensamientos, la mayor parte de los días son negativos
   -Sentimos apatía y falta de motivación en cosas que antes nos apasionaban
   -Dejamos de verle un sentido claro a nuestra vida
   -Tenemos miedos o nos obsesionamos con cosas y hace que no podamos llevar nuestra vida tal y como antes lo hacíamos
   -La preocupación es constante.
   -Las situaciones que antes nos ponían “algo nerviosos” ahora nos hacen perder totalmente el control
   -Las ganas de hacer cosas nuevas o mantener las habituales van desapareciendo
   -Estamos irritados y de mal humor constantemente
   -Padecemos alteraciones físicas: cambio en el ritmo del sueño, problemas digestivos, tensión muscular…

Si bien es cierto que no hay un “momento perfecto”, lo que sí es cierto es que, en muchos casos, dejar pasar el tiempo solo supone agravar problemas o situaciones que, en circunstancias normales, pidiendo la ayuda necesaria, se hubieran solucionado de forma mucho más rápida.

Si sientes la necesidad de pedir ayuda, ¡HAZLO! Nadie es más o menos fuerte por pedir ayuda, la fortaleza de las personas viene determinada por superar los obstáculos que se nos van presentando a lo largo de nuestra vida, no por hacerlo solos o acompañados.

¿Quienes somos y qué hacemos?

Somos un Centro de Psicología con registro Sanitario 12089, dedicado a la prevención y tratamiento de diversos trastornos emocionales y psicológicos, así como a la orientación y acompañamiento para fomentar el desarrollo de habilidades socioeducativas.
Serás atendido por nuestras especialistas dentro de un ambiente de confianza multidisciplinar. Nuestra eficacia está basada en el interés por las personas y la aplicación de las últimas técnicas psicológicas que garantizan la resolución del problema en tiempos ajustados, tal y como exige la deontología profesional.
En Elba Psicólogas dispondrás de un espacio de confianza y confidencialidad, y nuestras profesionales te ayudarán a manejar cualquier tipo de dificultad.